En una casa pequeña alejada de todo, vive una niña. Amorosa, piel trigueña, ojos marrones, pelo largo y lacio.
Su mamá da todo por ella y más, aunque no es muy cariñosa.
Demuestra con hechos que ama profundamente a su hija, pero jamás con palabras.
La niña crece y se mudan a la ciudad para así poder estudiar.
Así lo hace pero abandona antes de terminar sus estudios.
Vamos a adelantarnos bastante en el tiempo hasta que la joven tiene 20 años.
Conoce a alguien, se enamora profundamente y al cabo de siete meses; se une en matrimonio.
Todo era perfecto, demasiado como para ser real. No vio las señales que indicaban que había entrado a una relación sumamente tóxica, de esas que te desestabilizan en todos los sentidos. Se había unido a una persona manipuladora que la llevaría al abismo, a vivir un verdadero infierno. Que la dejaría sin ganas de nada, sin autoestima. Apagaría su sonrisa, le quitaría las ganas de luchar, su felicidad, la dejaría sin ánimos de vivir.
Pasó por momentos difíciles, sola tuvo que enfrentarse a la tristeza, al dolor, tuvo que superarlo sin el apoyo de su esposo.
Ella misma lo disculpaba por no saber ayudarla y no sentir empatía, ella se decía a si misma repetidamente que estaba bien, que entendía perfectamente que él no la apoyara porque no había pasado por lo mismo y que por eso mejor mantenía su distancia.
Era tal la manipulación que cuando él la ofendía y maltrataba, era ella quien terminaba pidiendo disculpas por la discusión que se desataba.
Perdió su esencia, su verdadero “yo”. Ella era libre, tenía sueños, metas, quizás le faltaba un poquito más de voluntad y espíritu guerrero para llegar a ser lo que la haría feliz, pero si lo intentaba cada día y si lo estaba logrando.
Hasta que querer superarse y ser mejor cada día se convirtió en una amenaza para su esposo, él se encargó día a día de matar a esa mujer independiente con metas claras y hambrienta de éxito. Se sintió amenazado porque veía competencia, no quería que su esposa llegara a ser mejor que él, no quería que ella tuviera éxito, el único capas de lograr sus metas tenía que ser él, debía tenerla sumisa y dependiente para seguir manipulándola y lo logró .
Ella dejó su vida y sus planes a un lado, se dedicó a ayudarlo y apoyarlo con la esperanza de que un día él cambiara su manera de pensar y la ayudara, para así demostrarle que no debía sentirse inseguro, ella no veía la relación como una competencia en dónde se ponía uno contra otro a ver quién ganaba más y quién era mejor.
En su plan de futuro su esposo siempre estaba, quería compartir absolutamente todo con él.
No pensaban igual, solo que ella creía que sí por como él se expresaba, simplemente eran palabras vacías que solo eran dichas para tenerla tranquila, sumisa y manipulada completamente.
Aún con todo en contra, sintiéndose sola e ignorada jamás perdió su ternura, su empatía, siempre estaba dispuesta a escucharlo, ayudarlo y aconsejarlo cuando algo no andaba bien, cuando algo lo atormentaba. Aunque se vio sola en sus peores momentos, no podía ser igual y sentía en carne propia el dolor y la tristeza de su esposo, ella sí lo amaba, aún lo amaba a pesar de todo.
Cuando recién se estaban conociendo, alguien intentó abusar de ella. Él lo supo y se mostró muy afectado por lo ocurrido. En ese momento estaban lejos uno del otro pero supo escucharla y fue muy empático.
Era falso, en realidad no le importaba, solo se mostró así para que ella confiara, supo siempre como debía actuar si su misión era convencerla de que él era un ejemplo de hombre, el que toda mujer desea.
Durante muchas noches se despertaba asustada y llorando a causa de las pesadillas.
Un día ya no recuerda cuando; las pesadillas desaparecieron, pero se hicieron presente los pensamientos intrusivos y esos si llegaron para no irse. Se quedaron y afectaron su forma de ser, de pensar, de sentir y de ver la vida.
Una noche cuando ya vivían juntos, uno de estos pensamientos intrusivos se hicieron presente en un momento de intimidad entre ellos, ella sintió náuseas sin querer, le dijo que se sintió mal y que no podía seguir. Le explicó el motivo y él le reclamó, “¿Me estás comparando con ese que te quiso hacer daño?” En realidad usó palabras más feas y fuertes. Ella terminó pidiéndole perdón y teniendo intimidad solo para que ya no la hiciera sentir peor. Sintió que abusaron de ella una vez más por que pasaron otras cosas esa noche que mejor no decirlas, él se durmió y ella también; solo que antes lloró por horas.
Quien escucha o lee esta historia seguramente piense “¿pero por qué no lo dejó, por qué permitió que la tratara así, veo que no se quería ni un poquito?” Y es la verdad, ella perdió su autoestima, su voluntad, no vivía; sobrevivía. Y es que solamente quien ha vivido una relación así será capas de comprender como se siente esto.
Ella vivía con un narcisista y no lo sabía. Estaba completamente cegada.
Un día vio la oportunidad de estudiar algo que quizás la ayudaría a entender lo que pasaba y así quizás explicarle a su esposo cómo era eso de los pensamientos intrusivos.
Hizo un curso online de primeros auxilios psicológicos. Si la ayudó muchísimo porque mientras iba avanzando comprendía poco a poco e iba sanando.
Parte de la terapia para una persona que sufrió un abuso; era muy importante la comprensión y compañía de sus seres queridos. Justo eso fue lo que le faltó a ella, estaba lejos de su familia y su esposo no la acompaño ni antes ni después. Minimizaba por completo sus emociones y solo pensaba en él y sus “necesidades”.
No tenía energía, solo quería dormir y lo hacía durante el día. Estar despierta por la noche era estar tranquila, sola, aunque él estaba ahí pero como estaba dormido no habrían problemas ni discusiones.
Ella se sentía mal cuando él se ausentaba durante días por su trabajo, es que sentía tanta paz, tanta tranquilidad al saber que podía ser y hacer lo que quisiera que llegaba a sentir culpa. Lo amaba muchísimo aún pero es que al estar sola todo estaba bien y el por teléfono se comportaba como una persona normal y demostraba que si la quería.
Un día le sale un viaje fuera del país por el periodo de un año.
Desde ese día hasta el día que viajó; la atormentó y la hizo llorar con las cosas tan feas que le decía y por las actitudes que tenía. Ella trataba de estar bien porque ya se acercaba el día en el que él debía viajar y lo iba a extrañar mucho. Le hablaba y le juraba que no lo engañaría ni abandonaría como él suponía.
El último día que estuvieron juntos, él estuvo más distante que nunca, la dejo todo el día y la noche sola hasta que se durmió de tanto llorar por haberse sentido tan poca cosa, la ignoró todo el tiempo.
Cuando ella le reclamó ¿saben cuál fue su respuesta? “Es que no me gustan las despedidas y te iba a extrañar”
No tenía sentido, a muchas personas no nos gustan las despedidas y no por eso ignoramos y herimos a esas personas que se van de viaje. Al contrario, las hacemos sentir bien, le damos un abrazo y después un hasta luego o el saludo que corresponda.
Con él todo era raro, pocas cosas tenían sentido y pocas cosas y palabras eran reales y sinceras.
A pocas semanas de él estar ya fuera del país; ella se entera de que está embarazada. Se lo comenta pero la reacción de su esposo no es la que esperaba. No siente que le haya emocionado la noticia.
Él a pesar de saber que su esposa está embarazada sigue molestando con esas cosas que se inventa en su cabeza, que ella lo va a engañar tarde o temprano, que lo va a abandonar, etc.
Le explica que si no lo dejó antes no lo hará ahora que está embarazada, mucho menos lo va a engañar.
Quizás por esa intuición femenina, por actitudes de él, por simples sospechas comienza a investigar por aquí y por allá porque presiente que su esposo la engaña.
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Con su corazón y su alma destrozada por tal traición después de acusarla a ella de que sería infiel; decide guardar la calma y hacerle preguntas. Que si tiene aplicaciones de citas, que si conseguirá otro número de teléfono y cosas así para ver qué reacción tendría su esposo.
Lo peor fue ver la frialdad con la que aseguraba las cosas, juraba que eran verdad las mentiras más grandes. Si ella no supiera ya todo ese engaño le creería absolutamente todas esas mentiras.
Intentó por días que él fuera sincero, pero al ver que seguía mintiendo no aguanto más y le dijo que ya sabía todo. Su respuesta: “Lo hice por tontear con los compañeros porque estaban haciendo lo mismo, además porque estaba seguro que me ibas a engañar y me abandonarías. ¿Cómo te enteraste?
Ella lo perdonó porque tendrían un bebé y como no se iban a ver pues creyó que podría seguir y tener un embarazo tranquilo, ya cuando él volviera ya arreglarían las cosas o se divorciaría.
Todo siguió bien, él mostró estar arrepentido, y ella por el bien de su bebé no hacía escenas ni reclamaba nada.
Semanas después todo cambió, algo estaba mal con su embarazo. Se fue a emergencias, llegando allí y siendo atendida el diagnóstico fue amenaza de aborto. Nada de prestarle mucha importancia solo le dicen eso y la mandan a la casa, ella no queda conforme y va a consulta particular, diagnóstico; aborto diferido, palabras que le marcaron la vida para siempre; no hay latidos, tu embarazo se detuvo y debes hacerte el aborto, te doy este informe y levantas la medicación.
Otra mala experiencia, más dolor, más sufrimiento.
Aquí, en éste momento era que ella iba a ver realmente quién era su esposo, iba a conocer realmente su verdadero rostro, iba a entender de una vez por todas que ella para él no significaba nada y que ese bebé que venía en camino no significaba nada tampoco.
Le dolía el cuerpo, le dolía el alma, no sabía si era real o si era una pesadilla. Con cada horrible contracción que la dejaba sin aire, sin fuerzas, caía en la realidad y era esa; había perdido lo único que le estaba dando sentido a su vida y que siendo tan pequeño la llenó de ilusiones y ganas de luchar por una vida mejor.
Él comportamiento de su esposo ante la perdida de su hijo fue solo preocuparse porque eso sucedió el día de su cumpleaños, le hacía comentarios como si la culpa fuera de ella, le hacía preguntas que ella no sabía responder y aún así trataba de explicar. Ella estaba en shock, distraída, con la mente en blanco, bloqueó muchas cosas que meses después empezó a recordar y fue ahí cuando comenzó a cambiar. Recordó las palabras horribles que él le decía, su falta de empatía, que trato de culparla, que no la apoyó.
Se llenó de rabia, de resentimiento, trajo a su memoria todo lo que él le hizo, todo el sufrimiento. Cerró su corazón, lo arrancó de su vida.
Una mujer insiste, resiste y persiste, pero cuando la haces sufrir tanto y no cambias por más que te diga lo que la lastima; se va para nunca más volver.
Ésta historia es mía, esa mujer soy yo y solo yo sé cuan difícil fue vivir con este hombre, cuanto sufrí, y cuánto me costó volver a ser la que fui antes de él.
Le agradezco por la experiencia, por enseñarme a que me dé cuenta a tiempo de quien me conviene y quien solo entra en mi vida para dañarme. A no ser tan confiada.
Sigo creyendo en el amor, en que hay hombres buenos y que saben querer y respetar, pero se también que antes de amar a alguien me debo amar a mi, primero yo y mi paz, después los demás.